sábado, 29 de octubre de 2016

dieciseis horas...

  ¿Dieciseis horas y quince minutos? Es un título bastante raro para un blog. Quizás para ustedes no tenga ningún tipo de importancia pero para mí sí lo tiene. 

  Fueron dieciseis horas con quince minutos las que estuve bajo anestesia general en una sala de operaciones. Varios médicos (los mejores) estuvieron intentando remover mi tumor, a Babi. En enero cuando empezó toda esta "cosa" y me dijeron que tenía una "lesión" decidí llamarlo Babi, lo sé, estoy un poco loca. 

  No, no se suponía que la operación durara tanto tiempo, estaba pronosticada para durar de 5 a 6 horas, 7 como máximo. 

  Entré a sala mas o menos a las 8 de la mañana. Me sedaron y me fui en un sueño profundo. No, cuando te ponen bajo anestesia general no sueñas, si no que todo se va en negro, es como un "shut down" del cuerpo. Es un poco escalofriante. 

  Volviendo al punto, los cirujanos, al abrirme, se encontraron con algo totalmente distinto a lo que revelaron los scans. Babi había crecido, era mucho más grande de lo que se pronosticaba. Uno de los cirujanos le dijo a mi mamá que no sabía como era posible que estuviese caminando, Babi estaba oprimiendo venas importantes, se suponía que el oxígeno no estuviese llegando bien al cerebro. 

  Salí de cirugía a las 12:30AM apróximandamente... Sentí el tubo que tenía en mi garganta. Desde que me hicieron la biopsia, adopté la costumbre de tan pronto despertara de una anestesia revisar si mis piernas se movian y verificar qué cables tenía conectados. Me estaban poniendo oxígeno, habían cables por todos lados. Pude escuchar a las enfermeras decir que tenía una traqueo, pero que yo no lo sabía. Claro, porque cierras una cortina y ya yo no voy a escuchar...

  Mami entró a verme y después papi. Yo estaba muy muy asustada, y me estaba durmiendo, pero sabía que si me dormía, más se iban a tardar en ponerme en cuarto. 

  Como a las 2 de la mañana me subieron a intensivo. Fueron doce las noches en que no dormí, tenía miedo de cerrar mis ojos y no volverlos a abrir. Tenía miedo de dormirme y que la tráqueo fallara y me asfixiara. Tenía miedo de que me pusieran un medicamento que no era. Estaba en pánico. No podía hablar, aun no había aprendido a hablar con la tráqueo.

  Fueron solo doce días, y pasaron más cosas que en lo que iba del año. Algunas noches logré dormir al menos dos horas, pero el dolor era insoportable. Me creía la mujer maravilla y no pedí nada que no fuese Tylenol. 

  Intensivo no fue lo peor, tuve enfermeras y doctoras excelentes, una combulsión en mi última día...el drama, recién comenzaba. 

jueves, 27 de octubre de 2016

Intro

Hola, he decidido hacer este blog para compartir un poco con ustedes la realidad de tener cáncer, de someterse a un tratamiento de quimioterapia extenso, abrumador, doloroso y hasta maltratante en cierto sentido. No, no se trata de lazitos, caminatas o maratones. Se trata de agujas, scans, radiografías, procedimientos dolorosos, vómitos, debilidad, falta de apetito y dolor en el alma.

Para aquellos, que no me conocen del todo, que son ajenos a mi historia, aquí les dejo un breve resumen que escribí hace un tiempo atrás. Sí, se permite llorar...

Despiertas un día con dolor en la cara, al siguiente tienes que cancelar una reunión porque estás hospitalizada, cuando te das cuenta, tienes un tumor creciendo en tu mandíbula. Al día siguiente ya no está el tumor, tampoco tu mandíbula, ni tu pelo... pero tienes una tráqueotomia, no puedes hablar... ¿Cuándo pasó? ¿Cómo? ¿Por qué? Nadie sabe, no hay motivos, no hay explicaciones.

Cuando me dieron mi diagnóstico (un osteosarcoma mandibular), me tomé al menos unas buenas cuatro horas para llorar, no quería ver a nadie ni saber de nadie. Las palabras de la doctora era como si me hubiesen lanzado a un acantilado. Recién el día antes había empezado a hablar, ¿cómo le iba a dar esa noticia a mi familia? Mi abuelo, mi novio, mi hermanito...Pensaba que me iba a morir. Muchas doctoras fueron donde mi a darme aliento, pero para mi el cáncer siempre fue sinónimo de muerte, de fin.

No sé cómo lo hice, estaba en intensivo, no podía comer ni valerme por mí misma, pero me levanté, limpié mis lágrimas y dije "ni modo, vamos a bregar con esto". Admito que las primeras semana fueron horribles, hasta dejé de hablar. Un día, un grupo de jovenes fue a llevar dulces a los niños de Onco, salieron de mi cuarto y yo exploté en llanto. Lloré como nunca, me vi reflejada en ellos, yo sabia que yo era como ellos, era... Además, ni siquiera podía comer.

Veo mis fotos con pelo y en realidad lo extraño, bueno quizás no extraño mi pelo, mas bien son los momentos de felicidad y "libertad que tenía". Llevaba una vida demasiado perfecta para ser buena y real, ¿tu sabes? cuando sientes que todo va saliendo muy bien y que algo malo va a pasar, así estuve yo, hasta que "se me cayó la boca".

Sí, lo admito, durante las quimio he deseado hasta no haber sido el espermatozoide ganador, pero todo tiene un propósito y esto es lo que me tocó, sólo es un proceso más para moldearme, para hacerme crecer, y hoy me puedo dar cuenta, quizás al principio no lo entendía (o cada vez que vomito se me olvida) o no lo quería entender... pero esto me ha servido de mucho.

Para todos esos que están batallando contra esto u cualquier otra cosa, está permitido caer, siempre habrán días y quizás hasta semanas malas, pero no una mala vida. Es cuestión de actitud...