¿Dieciseis horas y quince minutos? Es un título bastante raro para un blog. Quizás para ustedes no tenga ningún tipo de importancia pero para mí sí lo tiene.
Fueron dieciseis horas con quince minutos las que estuve bajo anestesia general en una sala de operaciones. Varios médicos (los mejores) estuvieron intentando remover mi tumor, a Babi. En enero cuando empezó toda esta "cosa" y me dijeron que tenía una "lesión" decidí llamarlo Babi, lo sé, estoy un poco loca.
No, no se suponía que la operación durara tanto tiempo, estaba pronosticada para durar de 5 a 6 horas, 7 como máximo.
Entré a sala mas o menos a las 8 de la mañana. Me sedaron y me fui en un sueño profundo. No, cuando te ponen bajo anestesia general no sueñas, si no que todo se va en negro, es como un "shut down" del cuerpo. Es un poco escalofriante.
Volviendo al punto, los cirujanos, al abrirme, se encontraron con algo totalmente distinto a lo que revelaron los scans. Babi había crecido, era mucho más grande de lo que se pronosticaba. Uno de los cirujanos le dijo a mi mamá que no sabía como era posible que estuviese caminando, Babi estaba oprimiendo venas importantes, se suponía que el oxígeno no estuviese llegando bien al cerebro.
Salí de cirugía a las 12:30AM apróximandamente... Sentí el tubo que tenía en mi garganta. Desde que me hicieron la biopsia, adopté la costumbre de tan pronto despertara de una anestesia revisar si mis piernas se movian y verificar qué cables tenía conectados. Me estaban poniendo oxígeno, habían cables por todos lados. Pude escuchar a las enfermeras decir que tenía una traqueo, pero que yo no lo sabía. Claro, porque cierras una cortina y ya yo no voy a escuchar...
Mami entró a verme y después papi. Yo estaba muy muy asustada, y me estaba durmiendo, pero sabía que si me dormía, más se iban a tardar en ponerme en cuarto.
Como a las 2 de la mañana me subieron a intensivo. Fueron doce las noches en que no dormí, tenía miedo de cerrar mis ojos y no volverlos a abrir. Tenía miedo de dormirme y que la tráqueo fallara y me asfixiara. Tenía miedo de que me pusieran un medicamento que no era. Estaba en pánico. No podía hablar, aun no había aprendido a hablar con la tráqueo.
Fueron solo doce días, y pasaron más cosas que en lo que iba del año. Algunas noches logré dormir al menos dos horas, pero el dolor era insoportable. Me creía la mujer maravilla y no pedí nada que no fuese Tylenol.
Intensivo no fue lo peor, tuve enfermeras y doctoras excelentes, una combulsión en mi última día...el drama, recién comenzaba.