martes, 7 de marzo de 2017

Desde sus ojos


        Hoy se cumple un año de mi operación. Hace un año le dije “Bye Bye”  a Babi para siempre. Ya no más tumor.

         Ya les había dicho que la operación fue larga y aunque fue poco el tiempo que estuve despierta ese día, pensé que me iba a morir o que mi traqueotomía se iba a caer (sí, estuve al menos dos horas agarrando el tubo del oxígeno) y diciéndome a mi misma que no iba a sobrevivir. Hasta tuve pesadillas en las que unos ángeles me iban a buscar…

         Quiero que tengan una idea más clara de lo que fue ese día, pero no soy la mejor persona para contarles, estuve sedada un 85% del tiempo…
El blog es tuyo Víctor…

        “Ese día me encontraba haciendo mi práctica universitaria, pero mi mente no estaba allí, cada minuto que pasaba me preguntaba que estaba ocurriendo, si mi novia había salido, si todo iba bien…
Llegué al hospital como a las 5:30, sólo. En el estacionamiento me encontré con Jeffrey Aubry, ex-jugador de los capitanes, mi equipo favorito. No, no lo saludé, mi mente estaba demasiado distraída para eso. Busqué un guardia de seguridad para preguntarle como podía llegar a sala de operaciones. Ella pensó que iba a hacer mi practica allí porque aun tenía mi uniforme de terapia física, ni siquiera recordaba que eso tenía puesto. Tan pronto terminé la practica salí directamente hacia el hospital, hacer una parada me haría perder tiempo. La guardia me preguntó dónde haría mi practica y le expliqué que no iba a hacer la práctica, que necesitaba llegar a sala de operaciones a ver a mi novia.

             Al entrar a la sala de espera de sala de operaciones, la primera persona a la que vi fue a Madeline, mi suegra. Intentaba mantener la calma, pero la conozco suficiente para saber que estaba nerviosa, ansiosa y asustada. Me dijo que la cirujana había salido a pedirle consentimiento para poder abrir más de lo pronosticado, porque Babi, como ella le decía, se había regado y también había que hacerle una traqueotomía. Esas no eran buenas señales. Sentía que me iba en un abismo, aunque "intentaba" mantener la calma.

        Llamé a mami y entre lágrimas le dije todo lo que Madeline me había explicado. Ella intentó calmarme, pero yo apenas podía hablar. Me dijo que dejara de llorar, que ella iba en camino para el hospital.


          En la sala de espera estaban mis suegros y María, una amiga de la familia, pero a medida que las horas iban pasando varias personas empezaron a llegar. Eso hizo que me distrajera un poco. Mami, mi padrastro y compañeros de trabajo de Madeline estaban allí.


       No me asombraba, mi novia era y es muy querida y tiene el apoyo de muchas personas. Ella siempre busca ayudar a los demás y se deja amar de todos los que la conocen.


       Solo pensaba que los doctores no tenían ni idea de qué hacer, que la tenían allí esperando, a veces cambiaba a algo más positivo y pensaba que todo iba muy bien. Mi mente era un lío entre pensamientos negativos y positivos. Estaba desesperado.


Las horas pasaban lentas. Por más que mirara el reloj era como si no quisiera caminar. Las siete… las ocho… las nueve y aun no habían noticias de Stephanie. Las diez… las once… todo seguía igual.


Cuando finalmente, después de lo que pareció una eternidad, me dijeron que Stephanie había salido de sala, me puse contento, feliz y ansioso. Todo a la misma vez, (a veces no sé cómo sobreviví a ese día). Sólo una cosa tenía clara, quería verla, quería verla, quería verla. Todo ese tiempo fue más desesperante que las dieciséis horas y quince minutos que duró la operación.


Al momento, no me dejaron pasar a recovery a verla. Entró su mamá y me dijo que estaba inflamada, que iba a ser fuerte verla. Nada de eso me importaba, yo solo quería ver a mi novia. Mientras más esperaba, más me desesperaba. Llevaba sin verla desde el día antes, pero se sentía como meses, necesitaba verla. Fue de madrugada cuando pude verla.


Sorprendente, es la única palabra que puedo encontrar para describir la sensación de verla al salir de sala de operaciones. Estaba inflamada, la cicatriz era bien grande. Lo más increíble de todo es que a pesar de la inflamación, la cicatriz, los tubos y las máquinas; la seguía viendo igual de hermosa que siempre. Mami me preguntó si la había visto, y que como estaba, y le dije que estaba hermosa. Estaba viva.


En el camino de sala de operaciones hasta PICU, no lo podía creer, no podía creer que en realidad era ella quien estaba pasando por eso. ¿Qué esas cosas no solo pasan en las películas? Eso solo pasa en las películas… Jamás pensé que yo iba a tener que vivir esa trágica experiencia. Ver a mi novia acostada en una camilla sin poder hablar, con una traqueotomía y una cicatriz desde su labio hasta la oreja; cien puntos. Era increíble. Parecía un sueño malo, era totalmente irreal.


Iba todo el camino hacia PICU diciéndole que la amaba, no sabía si ella me entendía, pero no me importaba. La primera reacción de mi cuerpo fue tomar su mano.”


**Llegué, vengo a aclararles que si lo entendía, iba todo el camino aguantando las ganas de llorar porque tenía que mostrarme fuerte. Verlo y escucharlo decirme “Te amo” me tranquilizaba. La realidad es que estaba muerta del susto y cada vez que dejaba de verlo porque la escolta iba muy rápido sufría. Necesitaba verlo.**
  

        “Al llegar a intensivo, nos mandaron a sus papás y a mi, (que éramos los únicos que quedábamos) a un cuarto en lo que la estabilizaban. Me sentía un poco más tranquilo porque ya la había visto y sabía que estaba bien, pero quería quedarme con ella, eso me ponía ansioso. Su papá se fue, y Madeline me dijo que me fuera, pero yo quería verla otra vez. La ví, y en contra de toda mi voluntad me fui.

         Esa noche y todas y cada una de las que pasó en intensivo me preguntaba si iba a amanecer viva, si la volvería a ver, si volvería a escuchar su voz; ¿volveríamos a estar juntos?
       

        Nunca le cuestioné a Dios lo que pasó, nunca me pregunté porqué a ella. Sé que todo en esta vida su propósito tiene y ella encontró ya el suyo. 


         Cada vez que iba a verla en intensivo, en el ascensor le pedía a Dios la fortaleza para poder verla, que no me permitiera derrumbar delante de ella. Después no importaba, delante de ella tenía que ser fuerte. 


            La noche que me llamó y habló me emocioné como nunca. La escuché al fin, pensé que nunca volvería a suceder. Sus primeras palabras para mí fueron “imbécil”. No me importaba, sólo estaba feliz de que pudiera hablar, se estaba recuperando, estaba mejorando.
           

          La visita en PICU era restringida, sólo tenía cinco minutos para verla, y su abuelo siempre me estaba ajorando. Todo el mundo quería verla. Madeline siempre me ayudaba y me quedaba más tiempo, una vez me quedé como dos horas escondido. El primer día después de la operación le llevé un globo que le duró como tres semanas sin vaciarse y ella lo tuvo hasta que la dieron de alta. 

           Sí, como ella misma les ha dicho antes, fue una experiencia horrible, que no le deseo a nadie y que jamás quiero volver a pasar. Me sirvió para darme cuenta de que nadie está exento de nada, que todos somos humanos y podemos caer, cualquier cosa puede pasarle a cualquier persona. Conocí lo que significa el verdadero amor, que no todo es color de rosa, que el amor significa estar juntos siempre, no solo en las buenas. Hoy estamos aquí, mañana no sabemos…

Te amo princesa.”

3 comentarios:

  1. Que Dios los bendiga. Suigan adelante unidos por siempre. ��Viva su amor y comprensión ante las adversidades .

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  2. Cuando supe de tu condicion no lo pude creer y lo lamente mucho pues te conoci cm una niña saludae y feliz. Siempre supe q ibas a salir d esto. Q bueno sabr q siempre tuvistes el apoyo de tu novio q hoy dia estos amor quedan pocos. Me alegra sabr q vencistes cm toda una guerrera y luchadora eres toda una CAMPEONA te admiro mucho y te deseo q nuestro Dios te diga bendiciendo y t llene de mucha salud para q sigas dando catedra. Ahhh y saludos a Madeline q se le kiere

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  3. De eso se trata la vida, el amor ❤️ todo los puede.

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