No hay felices veinticuatro…
Aquí estoy, esta vez con el corazón en la mano y roto en mil pedazos. No es lo único que está roto, aquí [creo] estoy yo en fragmentos, en pedazos, en cantos… Intentando flotar, lo de nadar contra la corriente es demasiado para mi cuerpo. No hay felices veinticuatro.
Se supone que hoy celebre, que disfrute, que me reúna con mi familia para que titi Elba me haga arroz con habichuelas y ensalada de papa. Que abuela Lilly me haga chicharrones de pollo con arroz, tostones, arañitas y habichuelas. Que mis amigas me lleven de paseo y que Bryan me cante cumpleaños. Que esté de vacaciones en algún lugar del mundo, que esté en la playa y cuando salga me coma un mofongo y un mojito. Que me ría y cante Karaoke con Jennie, que mami intente hacerme una sorpresa y se la adivine como todos los años. Que titi Wanda me diga en turco cumpleaños feliz, que Josean me recuerde que siempre estará disponible para mis aventuras y que me reúna con mis genios a chismear. Que vaya de shopping con Fabi, que Noah me diga cuánto le pide a papa Dios para que yo me sane rápido y le haga "los mejores tacos del mundo", según él. Que Andrea me felicite recordándome lo fuerte que soy y que ella quisiera ser como yo algún día. No hay nada de eso. No hay felices veinticuatro.
La vida no siempre nos complace, pero hace seis años y medio aproximádamente que conmigo si se porta bien es motivo de alerta. Algunos saben, otros no. Este no ha sido ni mi mejor año ni uno que se pueda considerar bueno para nadie. Desde octubre del año pasado, literalmente desde el último día de octubre, mi vida ha ido en picada. Me imagino como una bola de tennis que es golpeada contra la raqueta en un loop infinito. Para añadir a mi lista de papelones (véase entradas del blog anteriores), tuve un 911 en Jacksonville que ni siquiera sé cómo llegué allá. Hasta hace unos días comer era misión imposible, ahora lo sigue siendo pero más tolerable. No hay felices veinticuatro.
He tenido alucinaciones, vómitos, mareos, náuseas, desmayos, caídas, hemorragias, cortes. He pasado días enteros durmiendo y semanas sin probar comida. He peleado con todo lo que tenía en mí y lo que no también. Dándome golpes a ciegas con todas las puertas. Quisiera poder rendirme, soltar los guantes, dejar todo. He querido que esto se acabe de la forma que sea. No hay felices veinticuatro.
Ya es el sexto tumor, cada vez más inteligente, más fuerte y más dañino. Yo solo pido paz, lanzo bandera blanca. Ya casi no recuerdo como era mi vida antes de esto, y no voy a mentir, tengo miedo. Hoy son veinticuatro ¿pero a qué costo? ¿Hasta cuando? ¿Qué más me quitarás? ¿Hasta dónde? Es un laberinto de preguntas que sé que jamás tendrán respuesta. No sé qué duele más… Me estoy quemando viva, una y otra vez. No sé cuántas veces hemos tocado puertas que se abren al vacío, no queda mucho por hacer según ellos. No hay felices veinticuatro.
Tenía sueños, tenía metas, tenía planes, creía que todo iba bien. Finalmente me estaba superando en muchos aspectos de mi vida, me la creí como toda una ilusa. Este año han sido más las veces que ha ganado el dolor, y de hecho ahora mismo me duele el cuerpo, además del alma. He querido salir corriendo y no regresar jamás, pero yo no soy así. Me paro y lo sigo intentando aunque la realidad es que siga en un loop. Estoy perdiendo un ojo, perdí parte del cráneo, mis músculos recién están empezando a regenerarse. Mi cuerpo parecía un esqueleto y mi cabeza enorme, atrofiada y adolorida. Me duele saber que todas las esperanzas que tenía el año pasado se perdieron. No voy a pedir perdón, máldito seas cáncer una y mil veces más. Todo esto es tu culpa, si estoy cansada de sufrir yo, más lo estoy por ver como mi familia y mis amistades se desmoronan y sufren. El sufrimiento es doble, sufro por mí y por ellos. No hay felices veinticuatro.
Todavía no he podido procesar la muerte de una persona que quise muchísimo, que nos apoyábamos cada que podíamos. Aunque nunca te lo dije, para mí fuiste y eres luz y recuerdo como me decías que estabas cansada y que te ayudara a ser fuerte. Muchas veces no te lo decía, pero yo quería darte los ánimos a ti y que nunca perdieras la fé. No se vale que te hayas ido, porque te prometí muchas cosas y no las pudimos ver jamás. En eso me declaro culpable de ser tan egoísta. Máldito cáncer una y otra vez. Me alivia un poco saber que estás en paz, y que esos dolores que sólo tú y yo hemos pasado ya no están ahí. Tú diste todo de ti y siempre tendrás ese espacio en mi alma. Sé que vuelas alto.
**La redacción de este blog ha sido pausada porque son las 12 y Bryan y mami decidieron cantarme cumpleaños, en contra de mi voluntad**
En fin, este año no hay celebración, no hay fiesta, no hay alegría. No malinterpreten, sigo estando agradecida porque de un modo u otro, en contra de todo sigo aquí. Rota, en pedazos, en cantos, destrozada, con el alma en un hilo. Este año me quemé el alma y quisiera ser aún más fuerte de lo que soy, pero la realidad de la vida es otra. No hay felices veinticuatro para mí.
PD1: Perdón, no tengo fotos mías nuevas ni recientes. Han sido pocos los días que he salido de mi cama.
PD2: Al menos, tener a mi familia aquí y durante todo este proceso, ha hecho que duela menos.
PD3: A nadie le importa pero Bryan no puede comer.
PD4: No quiero celebrar, no tengo nada porqué hacerlo.
PD5: No hay felices veinticuatro.
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